martes, 26 de octubre de 2010

La llegada

Desperté al escuchar una voz que me hablaba suave y tranquilamente, apenas media hora antes de que sonara el despertador para prepararnos para ir a trabajar.  Tardé un instante en darme cuenta de lo que estaba pasando, por lo que mi cerebro no alcanzó a registrar las primeras palabras. “Para ir a consulta”, fue lo que escuché.

Unas horas antes Aracely despertó, obligada por su consumo adicional de agua para mantenerse saludable durante el embarazo.  Después de 38 semanas en las cuales se había cuidado bastante bien, estábamos a tan solo dos semanas de la fecha programada para el nacimiento de nuestro primogénito: 20 de octubre, 2010.  Ya estando despierta sintió que algo no estaba del todo normal, y por razones que, hasta donde sé, únicamente las mujeres embarazadas comprenden, se puso a terminar una tarea del trabajo que había dejado pendiente; apenas dos dias antes estuvo lavando la ropa que el bebé vestiría los primeros meses.

Concretado el pendiente del trabajo llamó a la oficina del doctor.  Después de dejar su mensaje, el doctor le regresó la llamada y le dijo que fuera a las 7:30 A.M. al consultorio.  Todo esto sucedió mientras yo dormía apaciblemente sin que siquiera el timbre del teléfono me despertara.  Momentos después se paró junto a la cama y me tocó suavemente, mientras me decía con voz tranquila: “Amor, creo que se me reventó la fuente; llamé a la oficina del doctor y me dijeron que fuera a las 7:30 A.M. para revisión”  ¿Cómo?, le pregunté, aun tratando de atar cabos.  “Ya desayuné”, me dijo, después de explicarme todo nuevamente.

Mientras se daba un baño y se preparaba para ir al trabajo, en caso de que fuera una falsa alarma, yo busqué las hojas con los apuntes que había tomado en las clases prenatales a las que asistimos, hacía poco más de una semana, tratando de terminar de empacar todo lo que aún me faltaba, en caso de que no fuera una falsa alarma.

Ya bañados y desayunados nos dieron las 7 de la mañana, cuando Aracely me dijo que mejor fuéramos al hospital.  Sin hacer caso a los que nos explicaron en el curso, sugerí que esperáramos otra media hora, fuéramos a consulta y de ahi nos mandaran al hospital o al trabajo.  Una vez más me dijo que nos fuéramos directamente al hospital, y que me apresurara.  Asi que agarré todas las cosas y nos fuimos al hospital.

Al llegar al hospital nos admitieron rápidamente y nos pasaron a uno de los cuartos de evaluación, en donde confirmaron que la fuente se había reventado.  Ello implicaba que en menos de 24 horas tendríamos un bebé, de una manera u otra.  El hecho de que aún no había contracciones fuertes, ni suficiente dilatación, requería el uso de pitocina para ayudar la labor de parto. Al terminar de explicarnos el proceso, nos llevaron al cuarto en el que estaríamos hasta que hubiera nacido nuestro retoño.

Eran alrededor de las 8 de la mañana cuando estábamos en el cuarto, monitoreando la presión arterial de la mamá, el ritmo cardiaco del bebé y la frecuencia e intensidad de las contracciones.  Por un par de horas todo estuvo relativamente tranquilo.  El tiempo pasaba volando. En un instante las contracciones estaban más fuertes y pedimos que nos enviaran al anestesiólogo, para evitar sufrimientos posteriores.

Lo que hasta ahora había sido un día soleado se convirtió, por solo unos minutos, en un día lluvioso.  Fue una lluvia moderada, aunque muy corta.  Instantes después el sol se asomó de nuevo, y buscamos, sin exito, un arcoiris.

Al medio día ya todo estaba tranquilo; la pitocina haciendo su trabajo, y el analgésico epidural actuando de manera extraordinaria, solo nos quedaba esperar el comienzo de la verdadera labor de parto.  En menos de dos horas, nuestra muy capaz enfermera vino a revisar cómo íbamos.  Al terminar su revisión nos felicitó porque ya estábamos muy cerca de ser padres.  Se retiró para llamar al ginecólogo de Aracely, quien se encargaría del parto.

El doctor tuvo un par de retrasos y llegó más tarde de lo esperado, de tal manera que a su llegada ya estaba todo listo; de hecho, otra enfermera, que se encarga de atender al recién nacido, ya se había reportado al cuarto, pero nuestra enfermera la mandó a otro lado hasta que llegara el doctor.  Habiendo hecho esto, nos explicó el proceso, y nos puso a que empujaramos una vez, solo para cerciorarnos que el bebé soportaría el parto, y seguramente para que nosotros supiéramos qué hacer.

Poco después llegó el doctor, y rápidamente se preparó, esperamos una contracción y le pidieron a Aracely que empujara tres veces en la misma contracción.  Al final de la primera contracción ya se veía parte de la cabeza asomándose.  Antes de que terminara la segunda contracción, la cabeza estaba fuera; el doctor y las enfermeras maniobraban sorprendentemente rápido, mientras yo me quedé estático viendo a aquél recién nacido, esperado desde hace varios meses, no solo por nosotros dos, sino por bastantes más personas.

Asi, a las 14:27 horas del día 5 de octubre de 2010, Ared Rodriguez llegó a este mundo, pesando 3.155 kilogramos y midiendo 50 centímetros, con bastante buena salud y, según nos dijeron, pulmones limpios y muy fuertes.  Con bastante cabello y patillas estilo Elvis, pies grandes y dedos delgados y largos.

Después de su revisión me permitieron cargarlo, y debo decir que soy bastante diestro para sujetarlo, incluso en un solo brazo, mientras con la otra mano le tomaba fotografías.  En eso estaba cuando de la nada empezó a granizar.  Desde la ventana del cuarto podíamos ver las bolas de granizo del tamaño de pelotas de golf, tal vez tan grandes como las de racquet.  Luego de pocos minutos el granizo cesó y el sol se asomó de nuevo.  Un día bastante extraño.

P1120587Las siguientes 24 horas las pasamos en el hospital, recibiendo visitas de enfermeras que revisaban a Aracely o a Ared, hacían exámenes, respondían preguntas y ayudaban en lo que podían.  También un pediatra hizo acto de presencia y examinó a Ared; una asistente del ginecólogo fue a hacerle algunas preguntas a Aracely, y ambos nos dieron permiso para irnos al cumplirse las 24 horas.
Un par de horas después de cumplirse dicho periodo de tiempo, regresábamos a nuestra casa, a nuestra nueva vida.

miércoles, 1 de septiembre de 2010

33 semanas!

Ya tenemos 33 semanas, el tiempo se ha pasado volando!

Gracias a Dios seguimos muy bien, ayer tuvimos cita con el médico y nos dijeron que el bebé tiene mucho pelo. De repente se pone loco y se mueve mucho! ...y me pongo contenta.

Ya tenemos muchas cosas, lo que nos sigue faltando es el nombre. Estamos pensando en hacer una lista con los nombres que nos gustan y ya cuando nazca decidirnos por uno.

Es increíble que ya estemos a menos de dos meses de la fecha esperada, que emoción!

lunes, 16 de agosto de 2010

Gracias al caralibro

Gracias al facebook encontré recientemente a varios compañeros de la prepa, y qué buena onda.  Todos los recuerdos que tengo de la prepa son muy agradables, y las personas con las que compartí esos años fueron la razón de ello.  Me da gusto poder estar en comunicación con ellos de nuevo.

Ya... solo eso quería decir, que mis compas de la prepa rifan.